Este proyecto sobre el
principio de la Reconquista esta centrado en el Reino de Asturias. La escasez de información que existe
sobre este periodo de nuestra historia ha dado lugar a que algunos de los hechos
contados tengan varias perspectivas y versiones. He intentado comparar y contrastar la
mayor cantidad de información posible para dar la versión más cercana a la
realidad. Sólo en los casos en los
que la información sea totalmente opuesta o muy confusa escribiré las dos o más
versiones de la historia.
Acerca de la batalla de Covadonga se puede decir que reina una gran confusión. Antes se tendía a mitificar los hechos ocurridos en la batalla; esto se llevaba a cabo por los cronistas cristianos. Hoy en día hay una tendencia a desmitificar la batalla basándose en los cronistas musulmanes (1). He intentado ser lo más objetivo posible con la información de la batalla. Estos dos puntos de vista son totalmente distintos: por un lado los musulmanes llegaron a hablar de una batalla contra los cobradores de tributos, y por el otro lado los cristianos llegaron a hablar de 187.000 soldados musulmanes.
De don Pelayo, Hijo del duque
Favila, vástago del rey Rodrigo, no se conoce el lugar de procedencia. De él se ha dicho que es astur, vasco,
toledano, gallego, leonés... etc, (2)
lo que sí está claro es que es de origen visigodo. Sí se conocen otros datos desde su lucha
en Guadalete hasta la llegada a la reunión en Cangas de Onís: Luchó en la batalla de Guadalete,
de la que escapó con vida hacia Toledo.
De allí salió hacia Asturias junto con Urbano, arzobispo de Toledo, y las
reliquias cristianas. Se ve que
como descendiente de duque visigodo, ocupó un puesto significativo relacionado
con la antigua administración del territorio que seguía vigente desde los
visigodos. Al parecer Munuza, valí
de Gijón (3), le envió a Córdoba como un jaray, o impuesto territorial
(2). Aprovechando la ausencia de
Pelayo, Munuza se casó con la hermana de Pelayo ya que este se oponía a la
unión. Hasta ahora Pelayo había
cooperado con las nuevas autoridades.
De Córdoba se fugó al cabo de un año, entre Marzo y Agosto del 717. Tras él fueron algunos perseguidores con
intención de prenderle. Se conoce
que cruzó por Brece (pequeño pueblo leonés en la antigüedad) y cruzó como pudo
el Piloña, que desemboca en el Sella.
Una vez pasado esto llegó a Cangas de Onís donde se estaba celebrando una
reunión de mandatarios visigodos.
Don Pelayo
llegó a la ciudad después de escapar de Córdoba. Después de lo sucedido con su hermana y
de que Witiza matara a su padre estaba dispuesto a levantar un foco de
resistencia a la invasión musulmana (3).
La oportunidad se le presentó cuando vio que en Cangas de Onís se
celebraba una reunión de duques y mandatarios visigodos. En esta reunión Pelayo habló de
sublevación y mencionó a sus antepasados.
Al parecer persuadió a los demás dirigentes con la idea de que el sur de
España era una propiedad suya que les habían robado los invasores y por lo tanto
tenían que recuperar. El término de
“Reconquista” es muy posterior a Pelayo.
También habló de aprovechar el alto en la campaña musulmana del norte ya
que tenían otros enemigos más importantes (4).
Allí se dice que fue elegido
rey, lo cual es improbable. La
teoría más apoyada es que simplemente fue elegido jefe militar de sus tropas en
el año 718. Como dijo
Sánchez-Albornoz, “No hubo allí corte, gobierno ni monarca, sino un caudillo y
sus guerreros” (5).
En esta misma reunión se dio el primer paso, no heroico, pero sí decisivo. Se acordó el dejar de pagar el jaray y el yizia, o los impuestos territoriales. Esto suponía que Asturias, y en especial Cangas de Onís, se sublevaba contra Al-Andalus. Hay pequeñas escaramuzas militares por todo el reino y Munuza se ve obligado a pedir ayuda a Córdoba. Los generales musulmanes aprovechan esto para conseguir una victoria fácil que les suba la moral, especialmente necesaria después de las sucesivas derrotas en Septimania.
Pelayo se había enterado de
que hacia Asturias se dirigían tropas musulmanas y era hora de preparar una
estrategia. Primero debería reunir
un ejército. Todas las fuentes coinciden en que
Pelayo estaba al mando de unos 300 hombres armados. El camino que deberían seguir las tropas
musulmanas era a través de los Picos de Europa. La Cova Dominica, ahora Covadonga,
dedicada a la Virgen María era el lugar perfecto para la
defensa.
“Se ahonda y profundiza el valle, los cerros se convierten en montañas y
al cabo se cierra por completo la garganta” (2). Los abruptos cerros, los caminos entre
muros y precipicios junto con los senderos que obligan a dar la vuelta son un
buen lugar para una batalla si se conoce el terreno. Si además del amparo de los Picos de
Europa encuentras una cueva en la cual esconderte, encima de un camino por el
que hay cerros alrededor, has hallado el sitio idóneo. Así es Covadonga y así es el lugar que
eligió Pelayo para enfrentarse a su enemigo. Los “asnos salvajes”–así llamaban
los musulmanes a los rebeldes del norte– tenían la ventaja de conocer el terreno
en el que se desarrolla todo como la palma de su mano, atacar desde arriba y
tener la agilidad de trepar o descender por esas paredes. Los musulmanes, al mando de Alqama (2),
conocían el terreno abrupto de las montañas de Marruecos pero iban a ciegas por
los inexplorados senderos que se crean en los Picos de Europa. Otra desventaja es que Alqama a pesar de
tener experiencia no había demostrado ser un gran capitán en cuanto a estrategia
se trataba (2).
El
28 de Mayo del año 722 fue la fecha en que sucedió. El número de tropas musulmanas es
incierto, se ha dicho que fue una pequeña escaramuza y también que fueron
187,000. Tanto Sánchez Albornoz (2)
como Juan Antonio Cebrián (3) coinciden en que fueron unos cuantos miles,
diciendo el segundo, que fueron 20,000. Pelayo contaba con trescientos hombres
que distribuyó de la siguiente manera: dos tercios fueron a los cerros de
alrededor y unos cien hombres junto con Pelayo se quedaron escondidos en la
cueva (3).
Cuando las tropas musulmanas
estaban al alcance, los Astures colocados en los cerros empezaron a disparar
flechas y a arrojar piedras. Los
musulmanes se defendieron con saetas pero sin que surtieran ningún efecto. Las tropas musulmanas no pudieron
organizarse debido a lo estrecho del camino y a lo abrupto del terreno. Ni
recibían órdenes ni tenían capacidad de movimiento debido a su gran número. A la vez que los soldados escondidos
salían de la cueva que para los musulmanes había sido invisible hasta el momento, los “asnos salvajes”
saltaron de los cerros sobre los soldados musulmanes dividiéndolos en dos
grupos. El pánico se apoderó de
ellos y huyeron como pudieron. Alqama murió en la batalla y Oppos, el cristiano
traidor, fue capturado. Todas las fuentes coinciden en la estrategia seguida,
aunque Sánchez Albornoz (2) es el que lo explica con más
detalle.
Cuando Munuza
recibió la noticia de que el rebelde “asno salvaje” había derrotado al ejército
enviado por Córdoba se retiró de Gijón y Asturias quedó como un gran foco de
resistencia. Pelayo entonces
instaló la capital en Cangas de Onís, y desde allí gobernó el reino rebelde. Las
noticias de la victoria de Pelayo pronto llegaron a todos los rincones de los
territorios cristianos y pronto Pelayo dispuso de 150 caballos y 8.000 infantes
(3). Con estas tropas se dispuso a
la conquista de León, donde estaban fortificados los muchos soldados que habían
escapado de Covadonga. No se sabe
qué pasó con el ataque, y tampoco parece que tenga mucho soporte. La victoria de Pelayo dio moral y
esperanza a los cristianos que se habían refugiado en el norte. Era la primera vez que se venció a los
musulmanes y se puede decir que fue la primera batalla de “La Reconquista”, el
término aún no se utilizaba.
Cuando Pelayo murió por
enfermedad en el 737 dejó el trono a su hijo, que murió a los dos años por el
ataque de un oso cuando estaba de caza.
Pelayo fue enterrado en
Santa Eulalia, cerca de Covadonga y más tarde sus restos fueron llevados a la
propia cueva.
La Cruz que forjó Pelayo según la leyenda en la batalla, ha permanecido
hasta nuestros días en el escudo oficial de la bandera de Asturias y en la cruz
que mandó forjar Alfonso III el Magno y que hoy se encuentra en la Santa Catedral
Basílica.
"Trae
de azur la Cruz de la Victoria, también llamada de Pelayo, revestida de oro y
piedras preciosas por Alfonso III el Magno en el Castillo de Gauzón, trasladada
después al relicario de la Santa Catedral Basílica donde se resguarda; penden de
sus brazos las letras A (Alpha) y ?
(Omega), primera y última del abecedario griego, simbolizando a Cristo,
principio y fin de todo lo creado; y por orla, alrededor del escudo, las
palabras "Hoc signo teutur pius" a la diestra, y "Hoc signo vincitur inimicus" a
la siniestra de oro" (6).
(Ciriaco
Miguel Vigil, "Heráldica Asturiana". Oviedo 1892)
Esta expresión apareció más tarde, en tiempos de Alfonso III, para dar moral a las tropas cristianas en la conquista de la Península. Puso en boca de Don Pelayo las siguientes palabras:
“En Cristo esperamos que por este cerro que aquí veis vuelva la salvación
en España y la restauración en el ejército del pueblo Godo... Esperemos que su
misericordia venga a recuperar la Iglesia, o sea, el pueblo y el reino”
(4).
De aquí y de la idea goda de que el Sur era suyo, que había que recuperar lo robado por los musulmanes, salió el término de “Reconquista”. Es muy curioso que los demás países no iniciaran algo semejante en situaciones parecidas. La resistencia que siempre ha tenido el norte de la península a las invasiones como la romana, es muy peculiar y puede que se deba al aislamiento que siempre ha sufrido debido a la situación geográfica (2).
Notas:
1. Besga Marroquín, Armando “Los Orígenes de la Reconquista”, en Historia 16, 323, (2003) Págs. 29-35.
2. Sánchez Albornoz, Claudio: Orígenes de la Nación Española, El reino de Asturias, Madrid, Sarpe, 1985
3. Cebrián, Juan Antonio: La Cruzada del Sur, España, La Esfera de los Libros, 2003
4. W. Lomax, Derek: La Reconquista, España, Crítica, 1984
5. Benito Ruano, Eloy(Real Academia de la Historia) “La Monarquia Asturiana”, en Historia 16, (1989) págs 52-57
6. Mis abuelos, me contaron la versión que les habían contado a ellos en el colegio; los dos son asturianos
7. http://www.almargen.com.ar/sitio/seccion/cultura/himno2/